jueves, 10 de abril de 2014

BLABLABLÁ Ó EL CANTO DE LAS CHACHALACAS…



El ruido es ensordecedor. Se quitan la palabra de la boca entre ellas, el tono de voz va subiendo. Se siente, se percibe la indignación y hasta la furia.  Las tazas de café se rellenan una y otra vez. Se arrebatan las frases, se completan las historias. El tiempo vuela, las quejas se multiplican. Se pierde la hilación, se pasa de un hecho a otro. La inseguridad!  la corrupción! el tráfico!  los malos políticos! la ley del aborto! la falta de mantenimiento en las calles!...  los temas son infinitos. El grupo es observado por otros comensales: unos, sólo mueven la cabeza en signo de hartazgo y otros, en signo de burla ó ironía.

Súbitamente se acaba el ímpetu, se cansan las mandíbulas y todo vuelve a la calma. No pasó….nada.
En efecto, es el canto de las chachalacas. Ese “canto” que se escucha en lugares campiranos  y  que despierta a quienes duermen mientras estas aves  madrugadoras inician el día con conversaciones entre ellas de un árbol a otro, todas eufóricas, todas al tiempo, todas con chillidos altisonantes. Y luego...el remanso.
La escena cafetera puede ser hasta simpática, muy “de mujeres”, se atrevería a decir alguien. Y ellas lo disfrutan. Es una expiación, una catarsis.

Pero algo queda en el aire, algo quedó inconcluso.  La energía murió después de esa conversación que finalmente es insustancial, después de esos discursos que en términos reales son vacíos, no llevan a nada, no provocan cambios. Es, sencillamente, blablablá.  La catarsis les fue suficiente. Con eso nos conformamos. Y eso, es desesperanzador.
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“¿Yo? ¿poner una queja? qué flojera, no tengo tiempo, ni te pelan…”
“¿Ir a la junta de colonos o de los vecinos de mi condominio? tengo mejores cosas que hacer, es puro rollo, una pérdida de tiempo. Ahí que me cuenten qué dijeron.”
“La calle está llena de baches ¡qué horror! a ver para cuándo la arreglan…”
“¿Unirme a la organización “X “ que está haciendo labores por erradicar la pobreza ó el analfabetismo ó la enfermedad en los cinturones de miseria? uy  no… van a estar dando lata todo el tiempo, ni cómo quitármelos de encima después.”
“¿Ya viste el río que se hizo en la avenida por la fuga? y tan cara que está el agua… segurito me toca pagar parte.”
“Vete a la esquina nomás oscurezca y avientas las bolsas de la basura, Lupita. Ni modo, eso se sacan por no mandar al camión de la basura.”
“Es el colmo que estemos llenos de ambulantes, nomás estorban y se ve feo. Oye, vete por la peli pirata de Noé, no?”
“Cuélate en la fila  para entrar al túnel Jaime. Échales lámina.”
“¡Dejen de tocar el claxon! Si sólo queda un carril para circular, lo siento. No me tardo, caray. ¡No hay dónde estacionarse cerca! ¿ Saben qué? me vale”.
“ No me da la vida, vivo agobiada de taaanto que tengo que hacer en el día, ya parece que me voy a apuntar de voluntaria. Yo quisiera de todo corazón hacerlo, me duele no poder. Cuándo nos vamos a una tarde de cafecito pá chismear, Macarena? “
“¿Firmar una petición para exigir acciones del gobierno para erradicar la criminalidad en el DF? ay no, qué miedo. ¡Imagínate! se quedan con mis datos.”

Pocos están dispuestos a “regalar” su “valioso” tiempo para cooperar, denunciar, poner una queja, promover un proyecto social,  involucrarse ó apoyar a un movimiento ciudadano, participar en la asociación vecinal ó de colonos de su zona etc, etc. Que lo hagan otros….
Pero que no se trate de que la Miss del cole le habló feo a la criatura porque entonces sí…arde Troya (en muchos casos).  ¡Qué contraste!
Clarísimamente la disposición a actuar queda circunscrita, en el mejor de los casos, al círculo familiar. Y de ahí, no pasa.  ¿Y el sentido de comunidad? o no existe ó es un concepto etéreo, incomprendido, ajeno y hasta molesto.

 Comunidad no es el resultado de lo que los otros hacen, no es la responsabilidad de los otros (o de las autoridades exclusivamente). El sentido de comunidad es donde todos aportan para un bien que es común a todos, que tiene la finalidad de una convivencia en paz y armonía, donde hay reglas que cada uno en su ámbito, cumple.  La comunidad pues, no es espontánea. No surge de la nada, no es simplemente la suma de familias. Implica trabajo de cualquier forma, en cualquier escala . Las quejas no hacen comunidad, las acciones, sí.
No se trata de actos heroicos ni de dedicar la vida a ello sino de sentido de participación, de voluntad para corregir o mejorar. Las herramientas son muchas y desde las más simples. Las tenemos enfrente pero lo que las inutiliza son los tres principales virus que bloquean hasta el acto más simple para “hacer comunidad”:
La desidia:  negligencia, falta de cuidado, de interés.
la indiferencia:  estado de ánimo donde no se siente inclinación ni rechazo a algo ó alguien.
la displicencia: el desaliento en la realización de una cosa por dudar de su bondad ó  su éxito.

A pesar de que hay muchas personas generosas que están dedicando mucho o todo su tiempo a que las cosas mejoren, se necesita de la acción de todos, el apoyo de todos. Nada es poco, todo suma. Poco a poco, si cada quien hace lo que le toca (porque es un DEBER)  las cosas empezarán a cambiar para bien.

Dejemos de ser chachalacas en lo que a sentido de compromiso social se refiere y seamos ciudadanos desarrollando una co-mu-ni-dad.  No hay de otra si queremos cambios. Y sí, Sí se puede. 
Hagamos labor de concientización  empezando por nuestras familias, por  los que nos rodean. Invitemos, convenzamos para participar, sacudamos conciencias.  ¡Adelante!

Manola Caba









miércoles, 2 de abril de 2014

NOÉ

 COMENATARIOS SOBRE   LA PELÍCULA.

Dirigida por Darren Aronofsky,
Protagonizada por Russell Crowe, Anthony Hopkins, Jennifer Connelly, Douglas Boot, Logan Lerman, Emma Watson y Ray Winstone

Noé es un relato conocido para todos nosotros. La amenaza de un gran diluvio que acabará con la humanidad entera y todo ser viviente y la proeza de construir un arca gigantesca en la que navegaran y podrán sobrevivir, solo dos ejemplares - hembra y macho de cada especie-, para poder reproducirse y poblar la tierra una vez que el diluvio haya pasado. Este es, no sólo  un relato impresionante y fascinante que conocemos desde pequeños, sino que tiene una vigencia más cierta de lo que se puede ver a simple vista.
Con excelentes actuaciones y un despliegue impresionante de efectos especiales y digitalización de imágenes, Noé es el relato bíblico que describe a una humanidad ambiciosa, que se autodestruye y destruye todo el mundo creado por su ambición desmedida y su tentación de ser como dios. Un momento simbólico y real en el que el hombre está tan aferrado en poseer y dominarlo todo, que convierte el mundo en un caos, un mundo de autodestrucción y muerte.
Pero en medio de todo este escenario esta Noé y su familia, que han decidido ser fieles a Dios y se comportan como creaturas. Entienden que el “estar hechos a imagen y semejanza de Dios” los hace inmensos en dignidad pero no les quita su condición de creaturas.
En este contexto, cuando casi no queda nada fecundo en la tierra porque el hombre ha decidido acabar con todo, Noé responde al llamado de Dios, quien le anuncia que se arrepiente de su creación y va a mandar un diluvio que va a destruirlo todo. Es así como, confiando en la nobleza y docilidad de Noé, le manda construir un Arca en la que se salvarán dos de cada especie y habrá posibilidad de poblar la tierra de nuevo.
Imponente en su fotografía y efectos este relato que parece tan antiguo, no es más que un reflejo del hombre de hoy.
Ambicioso y soberbio hoy también el hombre  amenaza con destruir todo y destruirse. ¿No es acaso actual la preocupación por la escasez del agua derivada del desperdicio, por la capa de ozono que ya no nos protege porque la hemos destruido, de la contaminación y la basura que aniquila a seres vivos en ríos y mares? ¿No es un relato de hoy el que anuncia la extinción de especies animales con las que hemos acabado para venderlas como trofeo o para comerciarlas en partes? ¿No es una angustia permanente para el campo, la siembra y ciudades enteras, el desequilibrio climático que  arrasa a pueblos y sembradíos con sequias o inundaciones?
Pero peor que eso, ¿no es vigente la lucha que hoy se da en el más alto rango de las naciones y en el más bajo también, el deseo de legalizar el asesinato de niños en el vientre materno, la droga, la vida sexual irresponsable y temprana, alegando como “derecho” el decidir sobre su sexualidad y su cuerpo” en un anhelo de no tener límites para nada?
Y fue entonces la respuesta de Dios, un castigo al hombre que no entendía que ser imagen de Dios no es ser dios y decidirlo todo para sí con ambición y egoísmo. Y aun después, Dios volvió a confiar en el hombre y sello una alianza en la que siempre confiaría en su posibilidad de descubrir el Bien, la Verdad y la Belleza.
Noé es una cinta que cuenta un relato que bien podría ser el diagnostico perfecto de la ambición del hombre de hoy.  Pero que culmina con la esperanza de que el bien que está en cada uno sea al final el que triunfe sobre el mal. Y aunque a veces parezca arrollador el mal y sus efectos, el bien vence y vencerá.
Lo que sí es cierto, es la urgencia de que en cada acto personal y también en la dimensión social e histórica que nos toca vivir, seamos asertivos en elegir el bien. Porque aunque al final la batalla del bien está ganada, si no hacemos nuestra parte habrá más dolor y muerte antes de poder llegar a nuestra meta.
A propósito de esta cinta, ayer concluyó la Conferencia Internacional de la Mujer en Naciones Unidas y por increíble que parezca, una mayoría del mundo voto por “no promover el retraso de la vida sexual”, voto a favor de la promiscuidad y por omitir cualquier lenguaje de fidelidad en los documentos oficiales. Si, así es, ¡increíble! Y el costo de esa ambición desmedida, en la que se reclaman supuestos derechos, será la trata de personas, el sida, las rupturas familiares y la afectividad de los jóvenes hecha pedazos por confundir el sexo con el amor. No necesitamos diluvios, es nuestra propia ambición de decidir sobre todo, la que nos esclaviza y aniquila.
Esperamos como Noé,  y hay que trabajar para ello, que regrese la paloma de la paz anunciando tierra firme donde recomenzar.

Olivia E Nuñez Orellana