En esta primera quincena
del mes de febrero recordamos a un gremio muy especial de mexicanos,
quienes durante muchísimos años en sido portadores de noticias de
amores, felicitaciones, urgencias, llegadas y despedidas: los
telegrafistas.
Quién de nosotros, que
cuente con algunos años, no recuerda bien la emoción, el gusto o el
susto, o el nudo en la garganta cuando llamaban a la puerta en casa o en
nuestro lugar de trabajo para anunciarnos la llegada de un telegrama.
Una hoja de papel con el encabezado de Telégrafos de México y un escueto
y críptico mensaje en los que nos iban escritas las ilusiones, los
recuerdos, las mañanitas, las felicitaciones por al matrimonio, el
nacimiento de un niño, las condolencias por la muerte de un ser querido,
las llegadas de familiares y amigos a quienes queríamos ver con tanta
ilusión, el progreso o fracaso de un negocio o asunto. Palabras
escogidas por su precisión para que llevasen un mensaje certero,
palabras transmitidas a toda velocidad y sin error por las diestras
manos de los telegrafistas y entregadas lo más pronto posible.
Gracias
amigos por su incansable trabajo de tantos años y por ser los
precursores de los modernos tuiteros, nuevos escritores crípticos.
Pedimos a Dios nos haga fieles,como lo fueron ustedes, en la
retransmisión de aquello que haya que retransmitir para el bien propio y
de los demás, respetuosos y prudentes en nuestros comentarios, exactos y
en los mensajes, veloces para hacerlo a tiempo, delicados con lo
doloroso, auxiliares de la comunicación fraterna y prontos para llevar a
la sociedad buenas noticias y mensajes de esperanza, paz y alegría...
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