Laura Costas
México no sólo no se escapa de esto,
sino que es uno de los países que celebra la Navidad como una tradición
milenaria.
Es interesante ver que creyentes y
no creyentes, todos vivimos un ánimo festivo de alegría, familia, regalos,
cenas y reuniones de felicitación por este acontecimiento.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFx8x0aq3myII3QkRJIix5hPo_TOukBZ1HYMt3y1JIOlR5_LTFRiScO18wTsW0Vjxkb4w0mfGROqp46_Ea6A0O4En8pmn8I81LKNYxoLBwWDtbFceBdtTe7-hAWfk2VLcDUBMXgixJ_Ho/s1600/PIN%CC%83ATAS.jpg)
Católicos y cristianos, la gran
mayoría del pueblo mexicano, celebran el
nacimiento del Niño Jesús, recordando y
y renovando este acontecimiento.
Acuden a la Misa Navideña, bendicen
el Nacimiento y dan gracias a Dios por la llega de de su Hijo para quedarse entre nosotros.
No podemos olvidar el hecho de que precisamente esta llegada del Niño Dios es la
razón y el origen de todas las
celebraciones.
Aún los no creyentes o con
diferentes creencias, adornan sus casas y no falta el arbolito, los regalos y
la cena. La alegría de la Navidad se contagia, representado unos días muy
especiales para las familias, amigos, y para cada una de las personas que la
celebran.
Deseamos a todos que estos días de
alegría sean días de hacer propósitos para ser mejores personas, para pensar
más en los demás, para ayudar al que necesitan nuestra presencia, nuestro tiempo, nuestro apoyo, nuestra
escucha, nuestra generosidad para resolver alguna necesidad.
No olvidemos a aquellos que han
sufrido alguna pérdida reciente y necesitan nuestro cariño y consuelo.
Conservemos esta hermosa tradición,
transmitiéndola a nuestros hijos.
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