Almudena Oliva
Cuando un pequeño no muestra avance a nivel escolar, la primera reacción
es pensar que todo se debe a una incapacidad para aprender o bien, que el chico
no presta atención a la clase y no se compromete con la realización de tareas y
trabajos que exige el profesor, en conclusión, se le señala de perezoso.
Pero no siempre son estas razones las que impiden un buen desempeño
académico, lo que muchos padres y profesores olvidan es que para aprender el
organismo debe funcionar de forma adecuada, en este caso, un factor primordial
es que el sentido de la vista esté apto.
La dificultad es que no siempre resulta sencillo darse cuenta que el
niño tiene problemas de visión y sólo después de un largo camino de complicaciones
escolares en algunos casos sí se llega a descubrir la naturaleza del problema,
pero en otros puede transcurrir mucho tiempo, incluso hasta que la vista está
completamente comprometida, antes de que se atienda.
Más que un par de lentes
Al descubrir la raíz del tema, lo tradicional es cumplir con la visita
al oftalmólogo, hacer una prueba de agudeza visual y plantarle al chico las
gafas, lo cual hasta cierto punto puede representar una solución, pero no
definitivo ya que si bien es real que este padecimiento por sí mismo no es
causante del bajo rendimiento escolar, sí afecta directamente porque al tener
que hacer un esfuerzo extra para mantener la función visual, sufre de fatiga,
pérdida de concentración y atención que merma su aprendizaje.
Lucila Luna Herrera, autora del libro El difícil camino del aprendizaje
en niñ@s, Editorial Vergara, explica que “el 80% del aprendizaje se recibe por
vía visual, y la visión es tan importante no sólo para el aprendizaje de la
lecto-escritura, sino también en disciplinas como las matemáticas, ciencias,
artes y en los deportes”.
Es importante aclarar que debido a que ninguna parte del organismo
trabaja de manera aislada, a la par del tratamiento oftalmológico se debe
incorporar una terapia visocognitiva, a fin de integrar la información
adquirida a través de los sentidos en combinación con las habilidades
cognitivas, en una estructura de conocimientos que tengan sentido para el niño.
Y agrega que, a pesar de nacer con vista, la visión es un proceso que se
debe aprender y entrenarse, esto se logra únicamente cuando se trabajan
adecuadamente las habilidades visuales, visoespaciales –relacionado con el
cálculo de espacio y distancia- y visocognitivas –hace referencia a lo que se
comprende por medio de la vista-, por lo que es hasta que se atienden estos
aspectos, que puede haber un repunte en el aprendizaje del menor.
La terapia cognitiva no sólo tiene como fin modificar la forma en que
funcionan los ojos, además trabaja con todos los sentidos de manera coordinada
y gracias a ello se logra una conexión entre los ojos, la mente y el cuerpo,
así es como se corrige no solamente la percepción visual, sino también la
atención, la memoria y las habilidades cognitivas, que se ligan a su vez con el
razonamiento y el lenguaje.
Si los resultados escolares de tu hijo no son los esperados por él y por
ti, antes de reprenderlo, es aconsejable una revisión médica muy completa, así
como también hablar con él para conocer su sentir y si hay algo que haya notado
en su vista o en su desempeño, que ayude a facilitar la detección de su
problema. Independientemente de estas medidas, el apoyo y la comunicación que
estreches con él, le dará la seguridad de que el amor que le tienes no está
condicionado a una calificación sino que tu principal preocupación es su
bienestar.
Colaboración de Fundación Teletón México.
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