Es tiempo
de vacaciones y ya estamos en ellas. Me refiero a los estudiantes y a las
personas que con ellos laboran.
Colegios, escuelas, universidades están silenciosas
y sus puertas cerradas.
También algunos padres de familia podrán conseguir algunos días de descanso para acompañar y estar en más íntima convivencia con los hijos y con la familia en general.
También algunos padres de familia podrán conseguir algunos días de descanso para acompañar y estar en más íntima convivencia con los hijos y con la familia en general.
En lo que a lo mental se refiere, busquemos el
hábito positivo de la alegría.
En lo que
toca a lo espiritual, al afecto y al amor, dedicarle más tiempo al esposo o la
esposa, a los padres, a los hermanos y también a los amigos.
Con los hijos ser firmes pero cariñosos, igualmente
con los nietos en todas las edades. No dejemos pasar la vida sin darles cariño.
Mejorar nuestra relación con todos, poner lo mejor de nuestra parte, aunque nos
cueste.
No hacer de las vacaciones una temporada de
turbulencias.
Los resultados nos darán la alegría de saber que
sabemos como convivir. Que los hijos disfruten de nuestra compañía, con los
abuelos, con los amigos y que ese disfrutar sea recíproco. En la parte
espiritual está nuestra vida de oración, nuestra vida generosa y servicial al
prójimo.
Quizá en este tiempo de vacaciones tengamos un mejor
espacio para visitar a la familia o amistades enfermas o hacer un llamada
telefónica a los que sabemos están muy solos o tristes por alguna circunstancia
especial.
Desde
este espacio y con cariño, felices vacaciones para todos, chicos y grandes.
Tomado
del texto original de María Esther Ariño
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