Esta emoción básica que sentimos
todos, es normal y suele ser saludable. Sin embargo, cuando se pierde el
control, el enojo se torna destructivo.
Para los niños esto puede
provocarles problemas con su familia, sus compañeros y en su rendimiento
escolar. Al igual que otras emociones, el enojo llega acompañado de cambios
fisiológicos, tanto la frecuencia cardíaca como la presión arterial pueden
aumentar.
La manera natural de expresarlo
consiste en responder con agresión, es la respuesta instintiva ante la
percepción de amenazas físicas o verbales. Sin embargo, es importante enseñar a
los niños, desde pequeños, formas saludables de controlar su enojo o ira.
¿Cómo se manifiesta el enojo según las edades?
En la primera infancia, comienzan
a adquirir la capacidad de reprimir los impulsos de agresión física (como
empujar, golpear, pellizcar, morder, gritar).
En edad preescolar aprenden a
identificar los estados emocionales básicos en ellos mismos y en los demás
mediante el uso de la palabra. Sin embargo, es frecuente ver niños que recurren
a conductas de violencia física (arrojan juguetes, empujan o golpean a sus padres
o compañeros), debido a que están aprendiendo al uso de la palabra para
expresar sus sentimientos.
A medida que crecen, adquieren
habilidades lingüísticas más complejas y empiezan a tener la capacidad para
ponerse en el lugar del otro, desarrollan la empatía y llegan a comprender
mejor el efecto que sus actos y palabras tienen sobre los demás.
En los años
más avanzados ya deberían saber expresar su enojo con palabras, no físicamente.
Los niños con dificultades para
hablar o controlar sus impulsos suelen luchar para controlar su enojo y pueden
responder usando la fuerza física, gritos o negándose a seguir las normas escolares
o familiares y con mayor razón lo que les produce dolor o simplemente a
modificar sus hábitos, como suele
suceder en un hospital.
¿Qué podemos hacer los padres?
La forma en que los padres
responden a las situaciones emocionales influye de manera significativa en el
aprendizaje del niño a manejar sus propias emociones. Los niños están siempre
aprendiendo a controlarse y necesitan una guía para poder expresar y dominar
sus emociones y conductas correctamente, y aquellos que ganan habilidad para manejar
el enojo, de manera adecuada pueden sobrellevar y adaptarse mejor al estrés, reduce,
además, los problemas de conducta fomentando a la vez el autocontrol, la
confianza en sí mismos y buenas relaciones con los compañeros.
Los padres pueden estimular la
adquisición de habilidades eficaces y favorables, de la siguiente manera:
- Ayudándolos a desarrollar la empatía: Por
ejemplo, pregúntele a su hijo: "¿Cómo piensas que puede sentirse Alex
cuando le gritas y le quitas su juguete?" o “¿Cómo te sentirías tú si
Alex te hiciera lo mismo?”
- Enseñándoles que puede permitirse
cualquier emoción no cualquier comportamiento: Es decir, uno puede
sentirse frustrado pero no por eso golpear, patear a otro para expresar lo
que uno siente.
- Pidiéndoles que piensen en
actividades positivas, como hacer ejercicio, leer, escribir o escuchar
música, que los mantengan alejados de lo que los irrita, los entusiasmen y
los lleven a participar regularmente de ellas.
Cada situación que lleva a su
hijo a afrontar sentimientos de enojo es una oportunidad de aprendizaje bien
manejada, hay que felicitarlo. En cambio, si no es así, hay que ayudarlo a encontrar
opciones sobre ello, así como aconsejándoles a hacer inspiraciones profundas
antes de reaccionar agresivamente cuando estén enojados.
¿Cómo saber si se necesita apoyo
para manejar el enojo del niño? Si se observa que está presente todos los días
e interfiere con su vida cotidiana y en la relación con la familia lo recomendable
es acudir con un profesional para recibir orientación.
José Méndez Venegas*,
psico-oncólogo del Hospital Infantil Teletón de Oncología.
Colaboración Fundación Teletón
México
“Sé responsable de tu destino”
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