viernes, 19 de septiembre de 2014

SI EL REAL MADRID LO FIRMÓ PARA VENDER CAMISETAS, QUE CUENTEN CON LA MÍA.

Comparto la carta de un querido ex alumno. Sé que les gustará.
Gracias Raúl
Laura Costas de Labarthe


SI EL REAL MADRID LO FIRMÓ PARA VENDER CAMISETAS, QUE CUENTEN CON LA MÍA.

La compré ya. Con el 14 en la espalda y su nombre: Chicharito.

Es para Nico, mi hijo, que independientemente de lo mal que me hace sentir yéndole al Madrid cuando yo soy fanático total del Barcelona, ama al Chicharito.
Y eso me encanta. Me encanta que tenga como ídolo al Chicharito. Me encanta que, con la ilusión, la inocencia y la falta de maldad que tienen los niños, Nico lo vea como un ejemplo a seguir.

Para Nico, el Chicharito firmó con el Real Madrid porque es un jugadorazo, punto. No se ha puesto a ver si “es un préstamo” y no le interesa ni entiende eso de que “lo firmaron por un tema de mercadotecnia y nada más”, aunque eso sí, lo primero que hizo fue pedir su camiseta con el 14. Para Nico el Chicharito es un crack. Un crack que juega en nuestra selección y al que vio jugar y anotar goles, de todo tipo, en el Manchester United. Nico,  como niño y como mexicano, está orgulloso del Chicharito y de todo lo que ha logrado,.

Y ése es justo el tipo de ejemplo que yo quiero que tenga mi hijo:
El de un chavo joven, sin vicios, que a su corta edad ha logrado muchísimo. Un chavo disciplinado, enfocado, que trabaja como el que más. Que siempre responde centrado a cualquier cosa que le preguntan y que jamás parece creérsela demasiado. Que no necesita hacerse un corte de pelo ridículo ni 500 tatuajes para llamar la atención. Un chavo sencillo, que siempre tiene los pies en la tierra. Que sonríe para las fotos y se detiene a firmar lo que le pidan. Esto me consta porque tuve la oportunidad de filmar con él en un par de ocasiones y lo vi hacerlo: convivir de manera sencilla con la gente que se lo pedía, mientras podía; y trabajar cuando tenía que trabajar, sin poses. Un chavo que quiere y se deja ver con su familia en sus presentaciones. Un tipo limpio, en todos sentidos.

Pero más allá de eso, me encanta que Nico vea en el Chicharito al chavo que se quedó sin jugar un mundial infantil y no se vino abajo. Al chavo que entró desde la banca en su primer mundial cuando tenía que ser titular y que, sin reclamar ni hacer aspavientos de diva, respondió con goles cada vez que el tarado de Aguirre le daba la oportunidad. Al mismo que metió goles de todos tipos en Inglaterra y que se partió la madre en cada oportunidad, así jugara 90, 45, 10 o 3 minutos. Quiero pensar que lo que ve Nico en el Chicharito es un ejemplo de determinación, de lucha, de no darse por vencido. Un claro ejemplo de que en esta vida todos podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos, si nos decidimos en verdad a lograrla. Hasta jugar en el Real Madrid, sí. Y eso me encanta. Aunque me guste más el Barcelona que el Real Madrid.

Hoy el Chicharito está ante una oportunidad increíble, otra vez. Y espero, de corazón, que nos calle la boca a todos, que nos haga sentirnos orgullosos. Me parece muy simplista pensar que un equipo como el Real Madrid decida llevar a sus filas a un tipo que “no sirve para nada pero que va a vender camisetas en México” o en cualquier otro país en el que vivan paisanos nuestros, tan necesitados de ídolos. El Real Madrid ya vende más camisetas que cualquier otro club y lo seguirá haciendo. No necesitaba al Chicharito para eso ni están ahora aliviados porque las camisetas del 14 los vayan a “sacar de pobres”, por favor....

Por la razón que sea, que yo estoy convencido de que es deportiva, el equipo más poderoso del mundo ha decidido contar con el Chicharito. ¿Que no va a ser un titular indiscutible?, no. ¿Que le va a costar muchísimo trabajo sumar minutos?, sí. Pero es justo ése el tipo de retos que le gustan al Chicharito. Viene de una mala racha, sí, pero es también el segundo jugador que más goles anotó en la Premier League entrando desde la banca. Siempre respondió. Siempre. Y estoy seguro de que lo seguirá haciendo, aunque espero de corazón que no lo haga en los partidos contra el Barcelona.

Y como mexicanos, nos debería dar mucho gusto verlo en el Madrid. Aunque sea en la banca. No tiene nada de malo estar en la banca, siempre que no te conformes con estar ahí. Siempre que des lo mejor de ti para salir a jugar y que lo dejes todo en la cancha cuando te toque. El Chicharito está en el equipo más poderoso del mundo (que no el mejor, ése es el Barcelona, jeje) y está ahí por méritos propios. Y si vende millones de camisetas es también por méritos propios. No cualquiera lo hace. Es apenas el cuarto mexicano en la historia en jugar en el Real Madrid. 

¿Y qué hacemos los mexicanos? (incluido yo): nos burlamos. Nos reímos. Nos quejamos. Lo criticamos por “aceptar un rol de suplente”, por sus “pocos huevos” y por su “suerte”, en fin.

Así somos. Tan mal acostumbrados estamos al éxito, tan lejano lo vemos, que no lo soportamos en otros. Que preferimos joder al que logra cosas que reconocérselas y celebrarlas. Porque no vaya a ser que nuestro país se llene de líderes, de triunfadores, de gente con determinación, nooo! eso podría hacerle daño a nuestra mediocridad, a nuestra eterna pasividad y a nuestra comodidad. ¡Que horror!

Quisiera ver cuantos de los mexicanos que estamos hoy riéndonos del Chicharito hemos logrado estar, aunque sea de “suplentes”, en el equivalente al Real Madrid en lo que sea que hagamos. Quisiera ver cuantos de nosotros somos capaces de encarar retos de ese tamaño, caer y volver a levantarnos. Cuantos seríamos capaces de nadar contra corriente, en contra de las opiniones de todo mundo y trabajar todos los días para alcanzar lo que queremos. Ojalá hubiéramos más, muchos más, porque entonces nuestro México sería otro. No sería un país que aspire a un “quinto partido” sino a ganar un mundial. Y tampoco sería, creo, un país tan jodido en tantos sentidos.

"Te vas como héroe, regresa como leyenda", escribí hace unos años en un anuncio del Chicharito para Nike, con motivo de su traspaso al Manchester United. 

Hoy sigo creyendo que así regresará: como leyenda.

Por lo pronto, de nuevo, le agradezco y le agradeceré siempre al Chicharito por enseñarle a mi hijo y por confirmarme a mí que uno puede alcanzar siempre todo lo que se proponga.

Cállanos la boca, Chicharito. Métela con la cabeza, con la nuca, con los huevos, con la espalda. Tropieza, cae, resbálate. Yo sé que siempre te volverás a levantar. Y aquí estaré siempre, como mexicano, celebrando tus éxitos y apoyándote en tus fracasos, siempre orgulloso de ti.

Eres un grande. Y eres mi héroe.


Raúl Cardós

sábado, 6 de septiembre de 2014

IRRITA ….Y NO TIENE CHILE


Por Manola Caba


 “¿En qué mes vivo? ¿ ya se me fue el avión?...¡ No! Estamos arrancando septiembre.
 Y entonces, ¿por qué veo a todas las grandes tiendas llenas de arbolitos y adornos navideños? ”

Y empieza a subirme esa agrura por el tubo digestivo…  ya me irrité y no he comido chile.
Y cómo no me va a irritar lo que está atrás de esto: la manipulación de las masas ante los ímpetus salivantes de exacerbar el consumismo rampante por parte de “las manos invisibles” de los grandes capitales.
¡Claro! se acabó una temporada, se tuvieron que rematar los artículos ligados a ella y ahora, estamos en un limbo.  La gente gastó en vacacionar, en proveerse de cosas para el regreso a clases y no tiene incentivos ni dinero ni intención para adquirir nada. Entonces, hay que actuar, hay que mover el aparato del consumismo para volver a hacer que la gente “sienta” que “hay que comprar” ó “ya hay algo nuevo para comprar”. La mercadotecnia es tan grande que, sin palabras, logra mandar el mensaje de que ya hay que tenerlo, hay que ser de los primeros, no se vaya a acabar.


Y con añoranza recuerdo que no hace mucho tiempo, nos relamíamos el bigote esperando que llegara el fin de octubre para atacar sin piedad el pan de muerto recién hechecito de la panadería o el que mi mamá o mi tía hacían.  Contábamos los días para que llegara esa roscota de Reyes  el 6 de enero,  llena de muñequitos y acompañada de su chocolatote bien espumoso  y caliente reuniéndonos en familia y sin quitar la vista del corte para que nadie se fuera a “hacer rosca” con el muñeco.  Y, por supuesto, había que esperar al merito 2 de febrero para cobrar esos tamalitos de la Candelaria que pagaba el que había sacado “el mono” o el que había sacado más en la rosca.

Y retomando la pregunta, ¿qué estaba atrás de estas costumbres, por qué era así? Porque teníamos respeto a las tradiciones ( si se fijan, casi todas religiosas),  contención sobre la voluntad o el ímpetu, la disciplina de esperar, la valoración de las celebraciones , la ilusión de la llegada  de “esa fecha tan especial”, vivíamos el espíritu propio de las fechas y muchas cosas más.

Hoy, y desde hace unos años, nos tratan de inocular en el inconsciente que todo eso no tiene valor, no importa, es antigüito. El objetivo es provocar el consumo, incitarlo: consumir y consumir ( cuando ellos manden). Se corrompe, se prostituye todo lo que haga falta en aras de la venta, de las utilidades.
 En agosto/septiembre ya se vende el pan de muerto y hasta los arbolitos y adornos navideños;  en noviembre/diciembre  las roscas de Reyes pululan por doquier.

Y si elucubro un poco más, esto me lleva a otras cosas: el fenómeno no se queda aquí, se transforma y permea en toda una forma de vida, rehace ( o deshace) los valores, descompone las prioridades.   Se promueve que no hay porqué esperar a nada,  hay que satisfacer el deseo -creado o intrínseco- en ese momento, ni un minuto después. ¿Por qué esperar?
Y pienso entonces cómo explicarle a una criatura que ve todo este barullo comercial  fuera de momento, que falta un tercio del año para Navidad  pero que no se confunda, que hay que tener paciencia para esperar, que todo tiene su tiempo y su momento para disfrutarlo como se debe. Tengo que evitar que el sabor y la ilusión se le diluyan, que no pierda la perspectiva.

Pero los que caen en la trampa y van por las esferas o el arbolito no hacen sólo eso. Están dando un pésimo ejemplo: nulo respeto a nuestras fiestas, a nuestras costumbres. Además, y muy relevante en el mundo de hoy, cero tolerancia: los deseos se cumplen hoy.  Entonces, ¿por qué luego se quejan de eso mismo cuando son sus hijos quienes se las aplican?

¿ De qué nos extrañamos cuando un niño de 12 años empieza a beber?
Y porqué no,  ir al antro desde los 15 ( y a veces ,con conocimiento y hasta complicidad de los papás, falsificar el IFE para ello) 
¿Y porqué contenerse si a los 14 ó 15 años se les “antoja” tener relaciones sexuales con su pareja en “ese” justo momento?

El fenómeno del consumismo va entonces más allá del comprar . Lo que lo estimula, lo que destruye para consumarse, lo que enseña, lo que sacrifica en aras de, es lo que está llevándose en arrastre a muchos valores, tradiciones y principios. Si no queremos permitirlo, hay que hacer algo.

Se me ocurre, para empezar, boicotear las compras sin sentido, atemporales; el árbol se compra en diciembre , el pan de muerto a fines de octubre y la rosca cerca del 6 de enero. Al antro se va a los 18 , se empieza a manejar-con restricciones- a los 16/17,  las borracheras pueriles no se toleran, los regalos  ó los “extras” se dan por méritos……