El inicio de un nuevo ciclo siempre
es esperanzador. Nos permite borrar errores y darnos la oportunidad de intentar
todas aquellas acciones que no pudimos concretar con éxito, pero que sí fueron
un motivo de aprendizaje y que ahora, con la experiencia adquirida, el ánimo y
la confianza de que lo podemos hacer mejor, pueden convertirse en una realidad.
No obstante, para iniciar a plantear tus objetivos para este año, debes tener
claro qué tanto los deseas, ya que de ello depende la intensidad con que
busques realizarlos.
¿Propósito o compromiso? Es
importante que antes de que empieces a juzgarte por los alcances que tuviste durante
el año anterior, reconsideres si
realmente te comprometiste con cada una de las metas que te habías
planteado, o, simplemente fue una lista de propósitos que se quedó abandonada
en el brindis de las uvas.
Las grandes cosas, toman
tiempo
Antes de hablar de planes, un buen
inicio es hacer un viaje a tu interior y descubrir qué es lo que sientes, haces
y piensas. Es importante que descubras cómo te sientes con lo que alcanzaste o
con lo que dejaste pendiente, cuántos de esos planes no finalizados quieres
retomar o desechar, pero recuerda que esta decisión no debe estar basada en el grado
de dificultad que te va a implicar, sino en lo trascendente que es para ti,
darles vida.
El tiempo es un factor determinante y
no todo a lo que aspiras se consigue en doce meses. Necesitas llenarte de
voluntad, paciencia y no olvidarte del esfuerzo que requerirá tu proyecto.
Rolando Díaz Loving, especialista de
la Unidad de Investigaciones Psicosociales de la Facultad de Psicología de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recomienda utilizar una libreta
en donde anotes cuáles fueron los propósitos que recuerdas haber hecho el año
pasado; escribir también ideas generales, es decir, valorar todas las caras de
un mismo proyecto, por ejemplo: Si quieres mejorar tu calidad de vida, tendrás
que poner atención en diversos puntos: hacerte un chequeo médico, vigilar tu
alimentación, destinar un tiempo para el ejercicio, entre otros. Si llevas a
cabo todas estas acciones, ya trabajas en ese compromiso que has hecho contigo
misma.
Reconoce y aplaude tus alcances y
siéntete tranquila. Ahora bien, de aquello que quedó inconcluso admite tu
responsabilidad y pregúntate ¿qué es lo que pasó? Tal vez no te comprometiste
al 100 con tu proyecto; quizá las excusas se aparecían con cierta frecuencia o,
posiblemente, hubo un malentendido en el refrán: “No dejes para mañana lo que
puedes hacer hoy”, y preferiste aplicarlo a la inversa.
Si reconoces que ninguno de los
anteriores casos aplicó en el logro de tus metas, busca una segunda causa;
recuerda que no todo depende 100 por ciento de ti, existen otros elementos que
pueden interferir en tus planes, como el desempleo, un gasto imprevisto o
exceso de trabajo. La clave está en descubrir cuáles de estas situaciones
adversas pueden cambiarse.
A ti ¿qué te hace sentir
plena?
“En términos de felicidad no existen
ni pequeños ni grandes logros, sino todo aquello que se consigue en el día a
día es capaz de brindarnos pequeñas alegrías con mucha frecuencia”, afirma el
catedrático.
Una manera de fortalecer la
autoestima, es reconocer los resultados de tu camino andado y esto, a la vez,
te impulsa a plantearte metas más altas y no por ello imposibles. Como verás se
da un crecimiento en espiral. El éxito te retroalimenta y a la luz de él
consigues momentos de felicidad, pues no hay nada más placentero que ver tu
compromiso y tus metas, cumplidos.
Colaboración de Fundación
Teletón México.
#EscuelasLibresDeBullying
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