En México, la Navidad ha dejado de ser un día del calendario para transformarse
en una irrepetible “época del año”. Se trata de unas cuantas semanas en las que
efectivamente el consumismo se apodera de muchos, pero también es una fecha de
profundas reflexiones, de catarsis interiores que nos ponen en un estado de
paz.
El esparcimiento y la
relajación de la temporada de fiesta abren un espacio en el que nos
preguntamos.... ¿Cómo hemos hecho las cosas y cómo las haremos de ahora en
adelante? Y ese diálogo tan íntimo nos pone frente a los valores más
fundamentales como la honestidad, sencillez, generosidad, humildad entre otros.
En un solo instante, sabremos si estamos más cerca del ser humano, qué queremos
ser, dónde hemos errado y cómo podemos mejorar.
No se trata de
revolucionar tu vida, se trata de aprovechar los momentos de reflexión para
comprometerte a cambiar sólo 2 cosas que estén alejadas de la persona en la que
te quieres convertir.
¡SÓLO DOS!
No desfallezcas
porque ahora que lo sabes, sería un error no hacerlo.
También para las
personas que creen en Dios, que son la gran mayoría de los mexicanos, estas
fechas tienen que ver con estar concientes de la razón de todas estas cenas,
regalos, piñatas, reuniones……
Conservar nuestras tradiciones
No hay que olvidar lo
que realmente se celebra, Dios viene a la tierra como un bebé indefenso, para quedarse con nosotros.
Jesús nos acompaña en esos momentos de reflexión, Él nos
guiará, nos dará paz y esperanza.
Por Marcela Galindo
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