Por Manola C
Para la mayoría de las familias mexicanas, las famosas
vacaciones de verano son a veces, una tortura. Cuando ambos padres trabajan,
comienza el infierno de buscar ayuda para que
alguien cuide de sus pequeños y también, alguien que le “eche un ojo” a los no tan pequeños para
evitar que se la pasen en la calle y en situación de peligro.
Muy distintas son para quienes tienen la bendición de
contar con recursos económicos holgados ya que podrán viajar con los hijos ó los mandarán a campamentos de verano ó
viajarán con otras familias que los inviten, en términos generales.
Pero en ambos casos, tristemente, la vacación tiende a
convertirse en “vagación”. Tiempo desperdiciado para no hacer nada,
vagabundear, clavarse en el sofá con los videojuegos, dormirse a altas horas y
despertar a mediodía.
Muy respetable es
el derecho al descanso pero …no tiene un límite? Dejarlos vivir en el ocio por
tanto tiempo, no tendrá un efecto negativo sobre los hábitos de responsabilidad
y disciplina?
Por supuesto que se puede enfocar ese tiempo al
deporte o al desarrollo de otras habilidades que durante el año escolar no se
pudieron hacer, quizá inquietudes extra-curriculares. La oferta de actividades
veraniegas para niños y jóvenes se ha ampliado
ya desde hace años . Por el lado gubernamental, además de las
guarderías, se han abierto espacios en museos, centros culturales y deportivos.
La oferta en el sector privado también presenta muchas y variadas opciones. El
mercado infantil-juvenil ha crecido y se atiende cada vez más.
Pero las opciones no quedan ahí. Particularmente en el
caso de los jóvenes adolescentes, este tiempo puede convertirse en algo más. Se
puede emplear para enriquecer otro tipo de aprendizaje: en la escuela de la
vida – real y cotidiana- , fuera del caparazón
escolar y del hogar.
Y para ello, qué mejor que un empleo temporal /parcial de verano. Independientemente
del trabajo en sí, aprenderán : el valor del dinero , cómo administrarlo, cumplir estrictamente y sin excusas con un
horario, obedecer a un superior que no
será ni mamá ni papá probablemente y que no tendrá seguramente tantos
miramientos con ellos.
Tendrán que desarrollar también su sociabilidad, porque
no todos los que laboren en el mismo lugar serán de su agrado pero deberán
convivir amablemente con ellos. En fin, las puertas del mundo se les pueden
abrir en muchos aspectos. Y sobre esto, la oferta no es tan amplia, pero existe
o se puede generar dentro del círculo familiar o de amigos.
Para los más pequeños también es momento de que colaboren : puede ser en la propia
casa , acompañando a algún familiar solo ó enfermo, reuniendo objetos que ya no
se usan para hacer campañas de donaciones etc. El objetivo es no dejarse ir en
el marasmo de la inactividad y/o aprovechar para que tomen más conciencia de su
rol en la familia y con la sociedad.
El equilibrio es lo que da sentido a las cosas, lo que
ahuyenta confusiones. No permitamos que las vacaciones sean el desarreglo de un
ritmo de vida que luego, con mucho trabajo, se tiene que reordenar.
Aprovechemos para que nuestros hijos empleen sanamente su tiempo libre y sin
duda, en su propio beneficio.
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