domingo, 24 de noviembre de 2013

DOS MUNDOS Y UNA MISMA ACTITUD HACIA LA MUJER: LA VIOLENCIA


En los dos extremos del mundo, tanto en países desarrollados como subdesarrollados, está aumentando un problema en común: la violencia sexual hacia la mujer. 
Del segundo grupo se podría pensar que es por la falta de educación y complejidad de la problemática social, ¿Pero del primer mundo?Con su desarrollo material y libertad sexual¿No se debería haber superado este problema? Al parecer no, y las razones son sorprendentes.

En zonas subdesarrolladas, estudios como el realizado por Partners for Prevention, un programa de organismos de la ONU, en el área de Asia y el Pacífico, encontraron entre las raíces de la violencia sexual y las violaciones a mujeres en zonas subdesarrolladas, historiales de abuso físico, sexual, emocional o negligencia durante la infancia de estos los hombres transgresores, haber sido testigo del abuso de su madre o la costumbre de contratar a una sexoservidora. Todos estos factores duplican la disposición a ejercer violencia en un contexto sexual hacia la mujer.
En el otro extremo económico del mundo, en Nueva Zelanda, ante la proliferacion de violaciones en grupo que se exhibieron en redes sociales, resurgieron estudios que  dejan ver que los hombres que ven pornografía por diferentes medios, adoptan la misma actitud hacia las mujeres que hacia objetos inanimados. 

Se menciona que este tipo de dinámicas se da también con algunos videojuegos y películas. Otro elemento que aumenta la interacción utilitaria, es la cultura moderna del “hook-up” que en muchos países desarrollados promueve la “utilización” mutua de hombres y mujeres para obtener placer sexual sin compromiso.
Estos ejemplos de dos mundos distintos, pero que arrastran el mismo problema de violencia sexual hacia la mujer, nos hace cuestionarnos el camino que se ha tomado en muchos casos para lograr “equidad” entre hombre y mujer, sobre todo en el ámbito íntimo de la sexualidad.
Entre estos mundos, se pueden encontrar denominadores comunes que son como caldo de cultivo de la violencia sexual hacia la mujer: la genitalización y trivialización de la sexualidad a mera satisfacción personal inmediata, y la actitud “utilitaria” hacia hombres y mujeres como parte aceptada de la “cultura”.
En unos se da por la ignorancia y vicio que acompaña a la pobreza y en otros por la liberalidad utilitarista y el placer como último fin que muchas veces acompaña a la riqueza.
Tantos siglos de desarrollo para caer en la misma barbarie contra la mujer. Y la barbarie moderna del desarrollo es más culpable que la de la pobreza, porque es aceptada en forma consciente y voluntaria.

Por Ana Elena Barroso

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