En los dos extremos del mundo, tanto en países desarrollados como subdesarrollados, está
aumentando un problema en común: la violencia sexual hacia la mujer.
Del
segundo grupo se podría pensar que es por la falta de educación y complejidad de la
problemática social, ¿Pero del primer mundo?Con su desarrollo material y
libertad sexual¿No se debería haber superado
este problema? Al parecer no, y las razones son sorprendentes.
En zonas subdesarrolladas, estudios como el
realizado por Partners for Prevention, un programa de
organismos de la ONU, en el área de Asia y el Pacífico, encontraron entre las
raíces de la violencia sexual y las violaciones a mujeres en zonas
subdesarrolladas, historiales de abuso físico, sexual, emocional o negligencia
durante la infancia de estos los hombres transgresores,
haber sido testigo del abuso de su madre o la costumbre de contratar a una
sexoservidora. Todos estos factores duplican la disposición a ejercer violencia
en un contexto sexual hacia la mujer.
En el
otro extremo económico del mundo, en Nueva Zelanda, ante la proliferacion de
violaciones en grupo que se exhibieron en redes sociales, resurgieron estudios
que dejan ver que los hombres que ven
pornografía por diferentes medios, adoptan la misma actitud hacia las mujeres
que hacia objetos inanimados.
Se menciona que este tipo de dinámicas se da
también con algunos videojuegos y películas. Otro elemento que aumenta la
interacción utilitaria, es la cultura moderna del “hook-up” que en muchos
países desarrollados promueve la “utilización” mutua de hombres y mujeres para
obtener placer sexual sin compromiso.
Estos
ejemplos de dos mundos distintos, pero que arrastran el mismo problema de
violencia sexual hacia la mujer, nos hace cuestionarnos el camino que se ha
tomado en muchos casos para lograr “equidad” entre hombre y mujer, sobre todo
en el ámbito íntimo de la sexualidad.
Entre
estos mundos, se pueden encontrar denominadores comunes que son como caldo de
cultivo de la violencia sexual hacia la mujer: la genitalización y
trivialización de la sexualidad a mera satisfacción personal inmediata, y la
actitud “utilitaria” hacia hombres y mujeres como parte aceptada de la
“cultura”.
En unos
se da por la ignorancia y vicio que acompaña a la pobreza y en otros por la
liberalidad utilitarista y el placer como último fin que muchas veces acompaña
a la riqueza.
Tantos
siglos de desarrollo para caer en la misma barbarie contra la mujer. Y la
barbarie moderna del desarrollo es más culpable que la de la pobreza, porque es
aceptada en forma consciente y voluntaria.
Por Ana Elena Barroso
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