A la voz de “menos para
darles más”, varias generaciones de seres humanos han buscado esta opción para formar
una familia. En algunos países esta idea de familia perfecta era impuesta por
el propio gobierno, como es el caso de China.
Al existir ya varias
generaciones de familias de un solo hijo, China ha sido un excelente
laboratorio para saber cómo se desarrollan los niños en este tipo de
estructuras familiares “ideales”. Para la sorpresa de muchos, los resultados
muestran elementos que cuestionan los beneficios que las políticas demográficas
parecen haber alcanzado.
La socióloga Vanessa Fong,
de la Universidad Amherst de Massachusetts, ha seguido a un grupo de 2,273 “pequeños
emperadores” de China, desde 1998,
entrevistando a un grupo grande cada año, para ver cómo su vida se veía beneficiada
por crecer con todos los recursos familiares concentrados en su desarrollo.
La Dra. Fong encontró que
aunque algunos se encontraban contentos de tener toda la atención de sus padres
para ellos solos, otros sentían que la responsabilidad de cuidar a sus padres y
de llenar sus expectativas pesaba mucho en sus hombros y habían limitado su
vida, al tener que vivir cerca de ellos y mantener un empleo estable para
garantizar su sostenimiento, en vez de perseguir sus propios intereses.
Además de demostrar que los
niños críados en guarderías u otros ambientes, no sustituyen el beneficio que
mostraba el tener hermanos, como se podría esperar.
Éste y otros estudios, como
el de la Universidad de Melbourne y la Universidad de Monash en Australia, han
sacado a la luz aquello que las políticas demográficas han negado a los hijos únicos.
En estos estudios se encontró que los hijos
únicos son más desconfiados y pesimistas, menos confiables y menos dispuestos a
tomar riesgos, menos competitivos y conscientes. (1)
Inclusive, un estudio de la Universidad de Ohio, en Estados Unidos, ha encontrado una relación entre el número de hermanos en una familia y la reducción de la probabilidad de fracaso en una relación de pareja, en donde se llega a la conclusión de que por cada hermano más que exista en una familia, se reduce en un 2% esta probabilidad.(2)
Ante esta evidencia de tipo
cualitativo, que nos muestra una cara poco conocida de los logros en la
reducción de la población en el mundo, nos queda evaluar los beneficios, a lo
mejor materiales y económicos contra los efectos que tienen sobre los niños y familias
que intentan ayudar.
El factor humano está,
muchas veces, ausente en la toma de decisiones a nivel nacional e internacional,
donde sólo se alcanzan a ver los números y las tendencias.
Estudios como estos podrían
brindar el lado humano de esos números y estadísticas y agregar el factor
“humanizante” que matizará las políticas adoptadas a nivel global. También
ayudaría el incorporar a las estructuras de decisión, instituciones que están
más cerca de las familias y que viven sus realidades de primera mano. Instituciones
como las escuelas, las iglesias,los cuerpos de médicos, con su experiencia de siglos en la atención de
familias, jóvenes y niños, y que siempre alza la voz para hacer ver que son
personas las que se cuentan y presentan en las estadísticas.
Por Ana Elena Barroso
(1)
http://www.sciencemag.org/content/339/6122/953.abstract
http://www.mercatornet.com/demography/view/13206
No hay comentarios:
Publicar un comentario