En
mi experiencia de más de 50 años como Educadora
he tenido diferentes vivencias de las dinámicas familiares y constatando los
resultados a largo plazo.
Cuando
un alumno o alumna de kínder es malcriado, no acepta límites, los papás le dan todo lo que quiere, son permisivos, siempre lo justifican, el niño se va
convirtiendo en “monstruo” de lo fácil, de lo que no cuesta
trabajo, de lo irresponsable.
Al
no recibir consecuencias de sus acciones, piensa que puede hacer lo que quiere y que papá y
mamá estarán siempre a su lado para resolverle la vida.
Desde
esa tierna edad, la niña que siempre tiene la razón, la maestra no la entiende,
la escuela es muy exigente, los compañeros no la quieren….. no aprende a ser
responsable de sus conductas y acciones, ni a sufrir las consecuencias de ellas.
Recuerdo
un caso en especial de uno de estos alumnos, ya en preparatoria, que reprobaba
materias, faltaba a clases, no entregaba trabajos y frecuentemente viajaba con sus padres, faltando al colegio.
Cuando
los papás acudieron a la cita que pidió el director, le dijeron muy orgullosos
que ellos siempre habían dado a su hijo todo lo que necesitaba. Tenía el dinero
necesario para sentirse seguro cuando salía con sus amigos, un buen coche, y
querían que disfrutara la vida sin problemas.
En
el momento que el director les comunicó
que, debido al número de materias reprobadas, no era posible que continuara en
la escuela, la respuesta fue:
- No
se preocupe profesor, ya hemos visto otra que lo recibe y será mucho
mejor para él. Allí sí lo van a
entender….Nuestro hijo no tiene
problemas.
Cuál
sería su sorpresa cuando el director les contestó:
“Tienen
razón, su hijo no tiene problemas; hace lo que quiere, ustedes pagan, resuelven
sus fracasos, si choca, le compran otro coche, le evitan cualquier frustración
o sufrimiento, le han quitado toda la responsabilidad de su vida.
Lo que debería ser SU PROBLEMA, se convierte en el problema de ustedes”.
- Los
padres, sorprendidos, piden una explicación al director que añade:
“Me
parece que la solución está en que
ustedes fijen límites y permitan que las consecuencia de sus acciones y
actitudes SÍ LE CAUSEN PROBLEMAS”
- ¿Cómo,
pregunta el papá?
“Hasta
ahora, él es irresponsable y feliz. Ustedes son responsables y se sienten muy
mal.
Permitan
que su fracaso escolar tenga consecuencias; que consiga un trabajo, que él busque
otra escuela y se haga responsable de cursar las materias que reprobó. Que
sienta que es SU problema, no el de ustedes”.
- Eso
es muy cruel, salta la mamá.
“Señora,
con todo respeto, lo que ustedes han hecho a través de los años de este joven es verdaderamente cruel porque no lo
están preparando para la vida, para los tropiezos, para salir adelante..”
El
hacernos responsables de nuestros actos nos hace libres y seguros de nosotros
mismos.
Al
aceptar las consecuencias, aprendemos a salir adelante y volver a empezar, a
pedir perdón, a darnos cuenta que nuestras acciones ayudan o perjudican a los
demás.
Los
límites nos permiten diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal.
Contrariamente
a lo que los papás suelen pensar, los niños que crecen sin límites son
infelices, exigentes, e inseguros, incapaces de solucionar las situaciones que la vida les
presenta.
Ahora
que se habla mucho del problema del
Bullying, debemos preguntarnos si nuestro hijo es abusivo porque: tener todo lo
que quiere en el momento que quiere le da poder y seguridad, aún a costa de dañar a
algún compañero, o si él permite ser abusado porque no le hemos dado las herramientas
y la seguridad en sí mismo para no permitirlo, para pedir ayuda, para denunciar
al que abusa.
Según
los doctores Dr. Henry Cloud y Dr. John Townsend, en su libro “Boundaries”,
estos dos comportamientos son resultado de no saber poner límites:
1- No saber cuando decir SI, cuando decir NO
2- Ser incapaces de tomar control de su propia vida porque no les hemos permitido
hacerlo.
¡Cuidado!, si son papás que obedecen a sus hijos y no ponen límites, no están cumpliendo con su
obligación de de formar hijos fuertes, seguros y felices.
Laura C. Labarthe