Eduardo López Caturegli
Hoy es un día especial entre tantos días especiales que me ha tocado vivir en los últimos meses. Hoy cumplo dos años de haber recibido la noticia que le dio un giro inesperado a mi vida. El 18 de junio de 2013 me enteré que no estaba tan sano como pensaba, que tenía cáncer. Y no de los que empiezan sino de los que terminan.
Yo no quería tener cáncer pues sabía que es algo muy malo, así que decidí que era mejor tener Piscis, un signo zodiacal mucho más amigable e inofensivo.
Sí, lo decidí yo porque desde un inicio entendí que siempre tenemos una elección.Tal vez no la de elegir el problema al que nos enfrentamos pero siempre la de elegir cómo enfrentarlo.
Elegí que esto no sería una tragedia para nadie sino una oportunidad de encontrar una mejor versión de mí para mi familia, para mis amigos, para mi comunidad, para mí mismo.
Aprendí que a la muerte no se le vence viviendo más, se le vence viviendo bien porque al final lo importante nunca será cuánto tiempo estuvimos por aquí (que por cierto siempre será poco) sino lo que dejamos mientras estuvimos. Por eso no sería una mala idea preocuparnos menos por tratar de alargar nuestras vidas y ocuparnos un poco más en ensancharlas.
Entendí que a todos nos toca luchar por algo o contra algo y eso no nos hace especiales, sino humanos. Aunque pensándolo bien, tal vez lo que nos hace humanos es lo que nos hace especiales, no sé ya me hice bolas.
Gracias al “piscis” (leíste bien) o mejor dicho, al significado que elegí darle, pude conocerme mejor, darle prioridad por primera vez a lo importante por encima de lo urgente, tuve la oportunidad de ser ejemplo para mis hijos y aunque parezca exagerado, entendí por fin de qué se trata esto (por “esto” me refiero a la vida).
Y como te imaginarás, no se trata de conseguir más y mejores clientes, de poder comprar una casa más grande o de tener más carros en el garage que días la semana.
La vida se trata de lo que siempre nos han dicho y nunca hemos querido escuchar: de servir a los demás, de tocar positivamente a alguien, de dejar el mundo, tu mundo, un poco mejor de lo que lo encontraste.
Por eso no se me ocurre una mejor forma de celebrar este aniversario que cerrando la recaudación del Pandatón 2015.
El Pandatón es el proyecto más importante en el que he tenido al oportunidad de participar. Importante no por su tamaño o por la recaudación, ésta siempre será insuficiente, sino por la cantidad de cariño que se ha requerido para realizarse y mejor aún, por el amor que se ha generado a partir de él.
El Pandatón es la confirmación de que todo el rollo anterior no es una recopilación de frases de libros de autoayuda sino una prueba contundente y poderosa de lo que se logra cuando entendemos que la adversidad puede darnos mucho más de lo que nos quita… si elegimos que así sea.
Nunca había trabajado tanto (y menos sin cobrar) y curiosamente nunca me había sentido tan satisfecho, tan pleno y tan feliz haciendo algo.
Ese es el poder que tiene el hacer las cosas por otros. Una vez que lo pruebas no tienes ganas de parar. ¿Y sabes? No pienso hacerlo mientras pueda.
Gracias por celebrar conmigo.
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