lunes, 8 de junio de 2015

NO QUIERO VERME EN EL ESPEJO


Montserrat López Lugo Tovar


Miremos por un momento un anuncio publicitario o las imágenes de una revista de moda. Si nos fijamos bien, notaremos que la mayoría son jóvenes, con cuerpos envidiables y rostros perfectos. Es fácil tratar de compararse con estas fotografías y suspirar pensando que estamos lejos de lograr una apariencia similar.
Ahora, imaginemos lo mismo cuando vivimos con algún tipo de padecimiento o discapacidad que nos hace pensar que no tenemos la apariencia deseada.                                                                                                                                                                                                                                                         Vivir con alguna condición no significa que la apariencia sea necesariamente un asunto secundario y nos deje de importar.
Si bien es cierto que de acuerdo al estado de salud la prioridad está ubicada en los tratamientos y el logro de la salud, también lo es que la manera en la que percibimos nuestro cuerpo puede afectarnos emocionalmente.

Hay un punto que se debe tomar en consideración y es que el concepto de belleza lo aprendemos.

Si nos fijamos en las fotos antiguas, podemos ver que la constitución del cuerpo que se consideraba hermoso y la vestimenta eran diferentes a las actuales. 
La sociedad es la que marca los estándares y estereotipos de qué es atractivo o no, por lo que debemos tomar en cuenta que estos ideales no siempre son realistas.
Lo anterior está directamente relacionado con la autoestima.
El título de este artículo se refiere a un espejo, y justamente tiene que ver con cómo nos vemos a nosotros mismos: “los ojos son el espejo de alma”. 
El primer reflejo que tenemos desde que nacemos viene de la mamá cuando le traduce a su bebé quién es y cuánto vale y más adelante se dará cuenta de sus características físicas y reaccionará a ellas con base a la seguridad que le dio su madre.


Una historia de éxito
Hace años una niña llamada Talia Joy Castellano, participó en un conocido programa de televisión en Estados Unidos de América.

Talia tenía cáncer y había perdido cabello debido a la quimioterapia a la que se sometía como parte de su tratamiento. A pesar de ello, esta pequeña generó un gusto por el maquillaje y comenzó a subir por internet tutoriales acerca de cómo lograr una buena apariencia en el rostro.
En ningún momento se acomplejó por su calvicie, en lugar de entristecerse por aquello de lo que carecía, sacó provecho de sus propios atributos y logró inspirar a muchas niñas y niños del mundo, además de ser el rostro de una importante marca de cosméticos.

A esto se le conoce como empoderamiento, la habilidad para sentirse capaz de lograr tus metas sin importar los obstáculos.
En este sentido, es inevitable hablar de la resiliencia, ya que nos ayuda a capitalizar aprendizaje, así como a abordar nuestros obstáculos y problemas con la intención de lograr una oportunidad de ellos.
El secreto de cómo se mira uno al espejo tiene que ver con el autoconcepto que le den a uno desde pequeño, no sólo viene de las mamás sino también la familia, los maestros, los amigos y la sociedad misma.


*Montserrat López Lugo Tovar,
académica de la Universidad Iberoamericana.
Colaboración de Fundación Teletón



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